Riobamba, 17 de Julio del 2016.
Sr. D. Adolfo Pérez Esquivel:
Querido hermano:
Contesto tu carta pública, la primera que llega a mis manos, en la que me preguntas sobre el destino del mural donado por ti a la Iglesia de Riobamba. Comprendo tu extrañeza y te pido disculpas pues ciertamente te debo una explicación que esperaba hacerte llegar una vez terminadas las obras de acondicionamiento. Lo hago ahora con los mejores sentimientos de admiración y gratitud.
El cambio realizado obedece a dos razones. Una, más circunstancial; la otra, más de fondo, siempre contando con el parecer de los responsables de la Catedral y del Consejo Episcopal.
En primer lugar, hemos realizado en la Catedral obras de readecuación, dando cabida a algunos espacios litúrgicos nuevos, necesarios para la atención pastoral del Pueblo de Dios. Ello nos llevó a considerar la posibilidad del cambio del mural. Como bien conoces, en la Catedral permanecen los murales de Oswaldo Viteri, en el presbiterio, y de Pablo Sanaguano, en la capilla de Santa Bárbara.
En segundo lugar, la Diócesis se encuentra comprometida en la recuperación del centro de formación y pastoral de Santa Cruz. Dicho centro, en una situación de cuasi abandono, fue, como tú muy bien dices, desde la época de Monseñor Proaño, la Casa Madre o el corazón de la Iglesia de Riobamba. De ello, de su valor y significado, soy plenamente consciente y me siento orgulloso de heredar tal experiencia. En Santa Cruz seguimos celebrando asambleas, reuniones y cualquier iniciativa de formación, tanto de la pastoral indígena, cuanto mestiza. Desde hace casi un año hemos emprendido obras muy importantes de puesta al día que garantizan que Santa Cruz siga siendo nuestro espacio privilegiado de encuentro y de formación.
En esta perspectiva de continuidad y de recuperación de la memoria histórica, hemos pensado que el Mural presida el salón de actos del Centro de Santa Cruz, perfectamente ubicado, cuidado y resaltado. Es decir, ubicado en el lugar eclesial de diálogo, comunión y formación de la Diócesis. Entendemos que semejante referencia, unida a la imagen de Monseñor Proaño, a sus libros y demás efectos personales (estamos creando un espacio apropiado de exposición) mantendrá viva la memoria de planteamientos y opciones fundamentales para nuestra Iglesia, que se siente en profunda comunión de fe y de vida con la Iglesia Latinoamericana.
Muchas cosas han cambiado, querido Adolfo, con el paso de los años y de los cambios sociales, políticos, económicos y culturales habidos, pero las inspiraciones de Monseñor Proaño (el amor a los pobres, a los indígenas y el trabajo por su liberación, el valor de la comunidad como sujeto de misión, la participación y la corresponsabilidad de los agentes de pastoral,…) siguen vigentes, pues no son más que un signo de la permanente fidelidad al Jesús del Evangelio. Las palabras de Proaño: “Creo en el hombre y en la comunidad” que reciben a todos los que llegan a Santa Cruz, siguen siendo el lema que preside la casa y el espíritu que ilumina nuestro caminar.
Deseo contar con tu comprensión y apoyo, pero ten la certeza de que el Mural seguirá inspirando muchas de las inquietudes de nuestro pueblo y nuestra iglesia, también recogidas en el Plan Pastoral Diocesano actualmente en vigor.
Ojalá que algún día podamos contar con tu presencia en Riobamba y, particularmente, en Santa Cruz. Aquí tienes tu casa, la amistad y la solidaridad del obispo de esta iglesia, que intenta caminar en fidelidad a Jesús y a los pobres, su principal templo.
Me uno a ti en la oración y en el común amor al Reino de Dios.
Cordiales y fraternos saludos,
+Julio, obispo de Riobamba en el Ecuador